Artículo de opinión
Lunes 14 de Diciembre de 2020
Esclavos del sistema: HIPERSUMERS
Ingenuos, irreales y pasivos; hiperestimulados y confusos frente a un gigante que ha creado una sociedad de consumo extremo de la que es imposible escapar, el capitalismo; un sistema socioeconómico motorizado por la manipulación de sus esclavos; tú y yo. Tal es la adicción que se nos genera por el consumo, que sólo el intento por despegarse de él un corto período de tiempo nos hace enfermar física y psicológicamente.
Fue en el s.XX, después de la Segunda Guerra Mundial, con el auge masivo de cultura, la revolución industrial en todo su esplendor y LA PRODUCCIÓN EN SERIE, cuando ese gigante se apropió de las almas de las personas de una sociedad rota, una sociedad en su período más convulso, cuya mayor aspiración del individuo era lograrse un buen puesto de reconocimiento social dentro de la comunidad. Ya para estos años Erich Fromm desarrolló el concepto del Homo Consumens, ¡en el x.XX! ¿qué ocurre entonces en la actualidad...? Vamos a verlo.
De antaño a hoy las tornas han cambiado, hemos involucionado de un sistema regido por la ecuación producción-consumo (mínimamente enfocado a la satisfacción de necesidades reales) a otro singularmente esclavista donde el eje central es el consumo. El acto de consumir se ha convertido en un deber social, es el fenómeno más importante que nos permite identificarnos, relacionarnos, e integrarnos en un grupo social determinado; el sistema actual simplifica todo nuestro ser a cuatro palabras, “TANTO TIENES, TANTO VALES”. Es cierto que esta fórmula tiene un equivalente años atrás, pero a día de hoy se ha exacerbado de tal manera que parece que las personas hayamos dejado atrás el raciocinio que nos identifica como tales.
El capitalismo habla única y exclusivamente para aquellas personas que tienen las necesidades primarias cubiertas, centrándose tan solo en su autorrealización (es decir, según la pirámide de Maslow, en sus aspiraciones y deseos); fenómeno que realza aún más la tiranía con la que este sistema se cierne sobre el ser humano, ya que un porcentaje altísimo de la población mundial NO TIENE LAS NECESIDADES PRIMARIAS CUBIERTAS, quedando, sin remedio alguno, al margen de toda aceptación e integración social.

Entre otros de los factores enfermizos que establecen los límites del capitalismo, encontramos el paradigma de LA OBSOLESCENCIA PROGRAMADA, la sociedad de consumo fluctúa hacia el “nada es para siempre, todo es reemplazable por algo mejor”, a grandes rasgos podemos resumir que somos una sociedad de “USAR Y TIRAR” (fenómeno, cabe recalcar, absolutamente insostenible para el medio ambiente, pero ya hablaremos de ello más adelante). La teoría de la obsolescencia programada consiste en establecer una fecha de caducidad a cualquier bien o servicio en venta, o directamente fabricarlo de baja calidad para que cada cierto período de tiempo debas renovarlo con otra adquisición. No es casualidad que tengas que cambiarte de teléfono móvil cada año como mínimo, está ya previamente planeado para ello; ni tampoco es casualidad el salvaje “desarrollo” de la tecnología (videojuegos, informática…); NO ES POR TU BIEN, ES PARA QUE CONSUMAS.

Nos han obligado a vivir en una SOCIEDAD HEDONISTA necesitada de consumo de bienes y servicios; nos han enseñado que “vivir la vida” es poseer más y más productos, y encontrar el placer inmediato. El frenesí de nuestra sociedad viene marcado por el “tic-tac-tic-tac” del consumo.
Por otro lado, borrachos por el deseo de satisfacer una necesidad ficticia que las compañías nos generan, la publicidad se convierte en el cerebro de toda esta maquinaria superflua.
¡DEBEMOS DESPERTAR!
Toda creencia de que la adquisición de productos nos impulsa hacia el estado del bienestar, no es más que una falsa concepción desarrollada por las grandes empresas; es la publicidad la que nos deriva con pensamientos crudos como “hoy me lo merezco”, “un día es un día”, “ venga que es festivo!”...hacia el propio acto de compra.
Enfocada en la PRODUCCIÓN DE DESEOS, esta industria ha ido afinando la puntería con el paso de los años y a día de hoy “nos golpea donde más nos duele”; nos embauca con imágenes y palabras absolutamente irreales hacia aquellos campos que nos pueden disparar directamente hacia la integración social más elevada: la belleza, el culto al cuerpo, productos de lujo, la búsqueda de la eterna juventud...
La obsesión por un cuerpo perfecto y la posibilidad de alcanzar la fama se ha convertido en una fuente de consumo de primera magnitud.
Nacemos o nos hemos adaptado a ello, pero no somos conscientes de que la ecuación sigue siendo la misma; la publicidad penetra en nuestra mente a través de centenares de medios y sistemas de manipulación, incluso a través de nuestro subconsciente; ya sean redes sociales, influencers, medios masivos, streaming,rebajas, blackfriday, videojuegos, carteles...el mensaje, disfrazado o no, siempre es el mismo COMPRAR, COMPRAR Y COMPRAR.
En el s.XXI el ser humano ha dejado de existir como tal, el Homo ha dado paso a un nuevo escalafón evolutivo en el que la irrealidad y la ansiedad por el consumo reinan el caos. Somos HIPERSUMERS.

Autor:
- CARLOS VIDAL MARIN -
Publicista