Entre Rocas y Oración
REPORTAJE REALIZADO POR ISMA ORTIZ @ismaortiz_fotos www.ismaortiz.com
La búsqueda de la trascendencia
La vida monástica elegida desde el retiro en una cueva de Moldavia es un relato asombroso de dedicación y espiritualidad. En un mundo cada vez más agitado, el monje Iefimie ha optado por una existencia de soledad y contemplación en lo más profundo de la naturaleza. A lo largo de las últimas dos décadas, su vida ha estado marcada por la austeridad, la oración y la comunión con la creación. Esta historia revela los desafíos y las recompensas de una elección de vida extraordinaria.
Foto parte del proyecto; ver la galería para más info
La vida de los monjes ortodoxos es una inagotable fuente de inspiración para cualquier persona con la inquietud de conocer como es la vida monástica. Además del sacrificio que supone, la belleza natural del entorno en el que habitan los monjes contribuye a transmitir la paz y el equilibrio que buscan en su vida diaria. Esta dedicación espiritual y su rigurosa disciplina diaria son ejemplos notables de su compromiso.
La meditación matutina sirve para iniciar el día con tranquilidad y reflexión, que es parte de la serenidad que buscan alcanzar. Además, las tareas comunitarias, que varían desde el trabajo en el jardín hasta la elaboración de alimentos, resaltan la importancia de la colaboración y la humildad en su vida diaria.
Como he dicho, el entorno en el que residen también es digno de admiración. La belleza natural de los paisajes que rodea sus monasterios trasmite la tranquilidad y la paz que caracterizan su ambiente. Los monjes ortodoxos encuentran consuelo y fortaleza en la naturaleza, y esto se refleja en las fotografías que capturan la majestuosidad de las montañas y cuerpos de agua que los rodean.
Y en este momento es donde aparece la figura de Iefimie, un monje ortodoxo que habita en una cueva en Moldavia desde 2003, un ejemplo perfecto para entender cómo estos hombres dedican su vida cotidiana a la fe de su religión.
Iefimie comenzó su camino religioso cuando era solo un niño. Su tía les enseñaba a él y a sus primos a rezar y les contaba historias sobre la fe ortodoxa. Sin embargo, durante su cuarto año en la escuela, su profesor de historia le planteó una pregunta que sembró semillas de duda en su mente: "¿Cómo puedes demostrar que tu Dios es el auténtico, cuando en el mundo existen tantas religiones y dioses?". Con esta interrogante resonando en su cabeza, Iefimie tomó la decisión de alejarse del camino ortodoxo y comenzó a desconfiar de todo lo que su tía le enseñaba. Esto lo llevó a cortar la comunicación con ella ya que se sintió engañado y pensó que todo lo que le había contado eran cuentos sin ninguna veracidad.
La cautiva mirada profunda, sincera y llena de compasión, que refleja la sabiduría y conexión espiritual que ha cultivado a lo largo de su vida solitaria.
Ya de adulto, Iefimie se desplazó a Siberia en busca de trabajo, una aventura que le llevó a explorar y adentrarse en el budismo. Sin embargo, con el tiempo, descubrió que muchas de sus enseñanzas no tenían sentido para él y no le aportaban lo que buscaba en la religión. A pesar de las dificultades que encontró para abandonar el budismo, con el tiempo consiguió salir. Todo en su cabeza en un caos, necesitaba encontrar un Dios que le hiciera entender su existencia.
Mientras tanto, en el siguiente tramo de su vida, inició una relación que le llevó a casarse y tener una hija. Durante un tiempo esta fue su forma de vida, una vida familiar típica y dentro de los estándares establecidos. Pero todo cambio y finalmente su destino sería otro… Se separó de su familia de la cual no sabe nada desde hace años, y se embarcó en un camino espiritual que lo llevó de regreso a su fe ortodoxa. Su visión de esta religión siendo adulto había cambiado, encontró la señal que esperaba y decidió ingresar en un monasterio, y dentro de este, desde el retiro en una fría cueva.
Rodeado de libros y una pequeña capilla para la oración, su vida monástica es notablemente sencilla. Una cueva que antes albergaba a doce monjes, pero que ahora sólo es habitada por él, y que se ve reflejado a través de una sala llena de camastros abandonados. También cuenta con una terraza natural en la roca, con vistas a la ribera del río y que convierte en un lugar idóneo para la meditación y la contemplación. Con muy poca luz natural y apoyado por el destello que las velas, su vida dentro de la cueva se encuentra rodeada de penumbra. Las pocas ventanas con cristales rotos con las que cuenta el habitáculo están tapadas con plásticos que intentan hacer de muro frente al frío.
Con muy poca luz natural, su vida dentro de la cueva
se encuentra rodeada de penumbra.
La vida en los fríos inviernos de Moldavia en una lugar tan húmedo como una cueva en las alturas de la montaña, es una muestra de total austeridad y dedicación. La humedad de esta penetra en sus ropas, y el frío cortante se hace presente en cada respiración. La soledad es su compañera constante, y el silencio reina, interrumpido sólo por cánticos religiosos y la lectura de textos sagrados.
A pesar de las duras condiciones, él es capaz de encontrar la belleza en la simplicidad de su estilo de vida y la comunión con la naturaleza. La fe le brinda la fuerza para resistir las inclemencias del tiempo y encontrar la iluminación espiritual en la austeridad y el retiro. Para él este estilo de vida es una vía de encuentro con la paz interior y una conexión más profunda con Dios. En este proyecto se captura esta espiritualidad en un entorno donde Iefimie vive desde hace veinte años.
La figura de Iefimie es solo un ejemplo, pero hay muchos otros monjes que viven en comunidades religiosas y que pueden ser capturados por la cámara. Si se hace con respeto y sensibilidad, la fotografía documental puede ser una forma de mostrar al mundo la belleza y la espiritualidad de la vida monástica ortodoxa.
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SOBRE EL AUTOR
Isma Ortiz (Madrid, España, 1975). Es un fotógrafo independiente que ejerce su labor tanto en España como en diversos países alrededor del mundo. Su enfoque se centra principalmente en las personas, capturando sus historias y vivencias de una manera conmovedora y auténtica. Además, los paisajes desempeñan un papel esencial en su obra, donde la soledad se erige como un elemento central, creando composiciones visualmente impactantes.
Su compromiso social es evidente a través de su colaboración con organizaciones sin ánimo de lucro y diversos colectivos sociales, donde aporta su talento artístico para generar un impacto positivo en la sociedad.
En su proyecto más reciente, se trasladó a Marruecos para documentar los días posteriores al devastador terremoto que sacudió la región el 8 de septiembre de 2023. Su labor en este contexto ayudó a dar voz a las vidas afectadas y resaltó la necesidad de apoyo en momentos de crisis.
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