En el tercer campamento de refugiados activo más antiguo del mundo, las mujeres del Sáhara Occidental llevan más de 44 años confinadas al aire libre. Durante la noche, cruzaron el desierto para huir con sus hijos de las bombas de fósforo blanco y napalm, pisando cadáveres y acurrucándose en furgonetas hasta llegar a tierra firme, construyendo desde cero uno de los campos de refugiados más organizados del mundo, según algunas organizaciones humanitarias internacionales. Tras el alto el fuego con Marruecos, los hombres volvieron y estas mismas mujeres tuvieron que reinventarse para poder existir, sin renunciar a sus derechos. La última colonia africana sigue perdida dentro de la discusión política internacional, pero las mujeres del Sáhara dan la prueba al mundo de que saben exactamente lo que desean.