ARTÍCULO DE INVESTIGACIÓN
28 Febrero 2023
TESTIMONIOS DE LA DROGADICCIÓN: Saliendo del laberinto
Texto redactado por Aicha Laha @ullsdeaa
En estas líneas abordamos la adicción a las drogas desde diferentes contrastes, de la mano de profesionales del campo y personas rehabilitadas y no rehabilitadas. Es bien sabido que las drogas son sustancias que, introducidas al organismo por diversidad de vías, intoxican a este e inciden en el sistema nervioso central mermando las capacidades del individuo, siendo muy difícil dejar de consumir incluso con ayuda; aun así, gran parte de los consumidores ignoran sus efectos devastadores, precisamente porque la línea divisoria del consumo al abuso es muy fina.
De este modo, los efectos de las drogas se extienden a muchas facetas de la vida del adicto/a. Se observa que el consumo de cocaína, como muchas otras sustancias, provoca afectaciones a nivel de salud mental: “el fin de semana se me fue la mano con la cocaína; la semana siguiente me aterrorizaba salir a la calle, tuve repetidos ataques de pánico y ansiedad, (…) A día de hoy, sigo consumiendo drogas” (testimonio anónimo, consumidor). Además, el consumo temprano de algunas sustancias como el cannabis tiene especiales repercusiones: “Cuando empiezas a consumir muy temprano dejas de madurar emocionalmente, porque todas las respuestas a las cosas que te pasan y que te duelen, (...) cuando eres adicto todo esto se soluciona con la única respuesta que conoces que es la droga” (testimonio anónimo, rehabilitado). Por eso, el paso de hacerte consciente del abuso de drogas a buscar ayuda es complejo y lento: “la adicción es la enfermedad del autoengaño (...) un adicto siempre está buscando modos para justificar su consumo (...) todo el rato está generando excusas” (testimonio anónimo, rehabilitado).
Es más, la discriminación social que existe respecto al colectivo de personas toxicómanas hace que estas personas eviten buscar ayuda tanto a nivel personal como profesional. Incluso, la vergüenza y el aislamiento pueden intensificar el consumo (National Institute on Drug Abuse), sentimientos generados al asumir públicamente la condición de adicto/a. Así pues, los estigmas e ideas limitantes también dificultan la implicación del entorno sociofamiliar, cuyo apoyo es muy relevante sobre todo de cara al tratamiento: “retirar todo el alcohol de casa, no beber alcohol durante las reuniones familiares…“ (médica-psiquiatra). Cuando carece dicho acompañamiento desde los centros de tratamiento se recurre a entidades y programas comunitarios: “Buscamos otras fuentes de apoyo (…) vinculación con entidades sociales y de salud mental en el territorio que le puedan dar apoyo. Para que el paciente haga actividades y no se sienta solo” (médica-psiquiatra). Esto, a su vez, favorece que la comunidad sea más consciente de la complejidad de situaciones y consecuencias por las que atraviesan, así como prevenir caer en las mismas.
Sin embargo, lo cierto es que las drogas, desde una concepción antigua, se han considerado un problema moral en lugar de una enfermedad: “Se piensa que una persona que tiene una adicción la tiene un poco porque quiere y… si no se cura es por falta de voluntad (...) siguen consumiendo porque quieren“ (médica-psiquiatra), por eso suele generar mucho eco social, p. ej. en relación a las salas de venopunción asistida, espacios de consumo con enfoque de reducción de daños. Además, el estigma es más presente hacia las mujeres, quienes encuentran barreras de accesibilidad al tratamiento: “Alrededor del 80% son varones, solo 20% de mujeres (...) ser mujer (...) cuesta mucho más pedir ayuda y evidenciarlo (...) también adaptarse al tratamiento, p. ej. en la dispensación de metadona, a las mujeres con niños se les tiene que flexibilizar los horarios por las responsabilidades que tienen” (médica-psiquiatra).
A todo esto, el consumo de drogas está normalizado socialmente (presente en los mass media, en las calles, bares…) y su acceso cada vez es más fácil: “con un mal concepto de que es algo natural, (...) en realidad no existen las drogas blandas… (...) tiene efectos mucho más graves de lo que la gente piensa” (testimonio anónimo, rehabilitado). De hecho, muchos adictos/as llevan una dualidad intentando seguir el ritmo de vida al mismo tiempo que están sumergidos en el abuso de drogas: “En el fondo sabes que tienes un problema, pero te autoengañas diciendo que más o menos tienes una vida funcional. (...) en entornos laborales y familiares, (...) siempre tienes esa inquietud de esconder, de mentir, de aparentar algo que en realidad no es” (testimonio anónimo, rehabilitado). Aunque las limitaciones del consumo abusivo son claras: “dejas muchas cosas atrás para poder consumir, (...) esto ocurre con todas las drogas, tu mundo se reduce a la droga” (testimonio anónimo, rehabilitado).
De esta manera, acceder al tratamiento supone reforzar la conciencia de enfermedad, “Cuando llegas a un centro de drogodependencia te siente liberado, sientes que te has quitado un peso de encima, que tienes una explicación a lo que te pasa (...) es un proceso muy largo donde necesitas mucha conciencia y (...) utilizar mucho las herramientas del tratamiento para no quedarte atrás” (testimonio anónimo, rehabilitado).
Cabe señalar que no todas las sustancias tienen tratamientos específicos, por lo que la eficacia de la rehabilitación varía en función de la sustancia (entre otros factores). En el caso del alcohol y la heroína existen tratamientos más específicos basados en evidencia científica, por lo que entre 70% y 90% de pacientes tienen una buena evolución en el proceso de tratamiento, reduciendo significativamente el consumo o incluso estando abstinentes. En cambio, en el caso de otras sustancias como la cocaína, el cannabis y las anfetaminas, para las cuales no existen tratamientos específicos, se usan otros medicamentos considerados útiles, teniendo una eficacia en torno al 30%. No obstante, es importante recordar que se trata de un trastorno crónico por consumo de sustancias, con tendencia a la recaída. Así vive este hecho un rehabilitado: “aunque tengas el alta y te puedes considerar recuperado (...) toda la vida tendrás que cuidarte. (...) yo ahora lo vivo con normalidad y naturalidad, sé dónde están mis límites, (...), sé qué situaciones me pueden perjudicar… y (...) periódicamente me reviso”.
Concluyendo, destacamos que las drogas y las desigualdades sociales se retroalimentan puesto que las condiciones sociales, familiares, económicas desfavorables implican un mayor riesgo al trastorno y probablemente una menor oportunidad de acceso al tratamiento privado; siendo que en algunas comunidades muy vulnerables gran parte de los ingresos familiares se gastan en alcohol (Generalitat de Catalunya, 2022). También, es preciso implicar a la comunidad, quien puede detectar situaciones de abuso de drogas, intercambiar experiencias, orientar las personas adictas a los servicios de salud, desnormalizar y enseñar otros modelos de ocio más saludables a los niños y a la juventud, entre otros cometidos; sobre todo teniendo en cuenta que las drogas dejan muchos aspectos a resarcir a distintos niveles.
Editora: Aicha Laha
El equipo de KörperMagazine quiere agradecer la información facilitada por los sujetos entrevistados
que ha hecho posible la elaboración de este artículo de investigación.